Una Madonna de tan solo 23 años, en las fotografías de George DuBose, con una imagen completamente alternativa. Fotografías en las que se puede ver una artista cantando y en las que no se representa en solitario sino con el grupo con el que comenzó llamado The Breakfast Club.
Encontramos en orden cronológico las fotografías: en la pared izquierda George DuBose y Peter Cunningham y, en la pared derecha las fotografías de Deborah Feingold.
La exposición me transmitió una sensación difícilmente explicable: son instantáneas de Madonna, cuando todavía no era Madonna, el mito actual, pero en las imágenes podemos encontrar su esencia, la esencia de esa artista rompedora y mediática.

Las imágenes de Peter Cunningham son diversas, encontramos unos retratos cercanos de la cantante en el que ella misma nos introduce en su fotografía con una mirada intensa.

Las que más corresponden, según mi visión de la artista, con la Madonna que conocemos actualmente, son las fotografías de Deborah Feingold. En estas una joven Madonna, juguetea con un chupa chups, sonríe a la cámara a la que seduce sacando la lengua e interactuando con ella.
Nos auxilia un panel en el que encontramos la cronología de la artista, personal y profesional, para contextualizarnos la exposición.
Nos auxilia un panel en el que encontramos la cronología de la artista, personal y profesional, para contextualizarnos la exposición.

Este elemento tiene diversos inconvenientes entre los que se encuentra el acústico. Es difícil disfrutar de una exposición cuando tienes como acompañamiento sonoro a un visitante, el cual seguramente no cante como Madonna, cantando a unos decibelios bastante altos.
Ciertamente, el montaje de la sala de Madonna me decepcionó bastante, esperaba que una exposición sobre una artista tan polémica y polifacética como Madonna estuviera montada de una forma más rompedora.
El color blanco de las pareces con la alternancia de la oscuridad de algunas fotos y en telón en escala de grises, no me convenció.
Esperaba para esta exposición algo más impactante, como el histórico montaje de “Fabio: Autor [de] Retratos” o la actual expuesta “Anticorps” con imágenes de Antoine D’Agata.
Un montaje demasiado serio, en mi opinión, que no realza la grandiosidad de estas imágenes que tanto aportan a la concepción que tenemos de la vida temprana y juvenil de Madonna.
Anecdóticamente cabe destacar que el artista teatral Ángel Calvente, el cual realiza cursos también en La Térmica, ha realizado una marioneta de goma espuma representando a la artista y que fue el centro de atención durante la inauguración.
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